(Por Sofía Montealegre)
Florecieron en invierno
los capullos del miedo en nuestras manos.
Los narcisos se secaron
y descubrimos a otros,
cambiamos nuestros juicios,
cambiamos nosotros.
Y tuvimos miedo
de que comenzara la trama,
tu trama,
mi drama,
nuestro cuento corto,
la catarsis,
quizás tu novela,
mi lírica barata,
o más bien el verso
de una rima vacía de amor.
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